La profecía hippie y el holocausto digital

   Si bien lo que me propongo aquí no es una crítica literaria, insistí al equipo de trabajo de Lectores Secretos para que calificara mi opinión como tal, pues mis dardos van en este caso al sector editorial más que a un autor o una interpretación en específico, pero encuentro que si ellos hacen libros y los libros y sus creadores son las víctimas de la secante y alérgica crítica, ¿por qué no también los que ponen el papel y la tinta no reciben unos tortazos?

   LA PROFECIA HIPPIE

   Pese a que los sesenta es recordado por la mayoría de las personas por su música, no hay que dejar atrás su vasta producción editorial, donde más de un escritor psicodélico se logró colar entre los mejores vendidos o, por lo menos, entre la mitología del momento. En ese tiempo ya se hablaba de hacer libros con reciclaje, con papel que no saliera de los árboles. Pensar en dimensiones y soluciones de tipo digital era puro viaje de ácido. En América Latina, casualmente por aquellos años de amor y paz, se dio el famoso Boom de la literatura. Un escuadrón de plumas intentó salvar el mundo, por lo menos cambiarlo. No fue en vano. Algo de su esfuerzo se ve reflejado en las generaciones de lectores más profundas, más inteligentes, más abiertas. Nombrarlos me parece rimbombante y no va al caso.

Algunos del Boom
Algunos del Boom

   El auge de esta literatura también se debe a que varias editoriales que tenían sede en las principales ciudades de América Latina decidieron imprimir a estos escritores. Es famoso el artículo donde se habla todo lo que aconteció antes de que se publicara Cien años de soledad. Su autor y su editor movieron amistades y jalaron hilos de varias partes, logrando un éxito increíble y demostrando que había escritores con futuro. La calidad de la obra de García Márquez no es el tema de este texto. Ni aquel tipo de movimientos editoriales complejos que precisaban de un tramado internacional de amigos para colocar una obra en distintos países. Lo señalo porque pienso que es un acontecimiento relevante a la hora de ver las dinámicas del libro impreso. 

   Lo que llamo profecía hippie es el hecho romántico de que algunos amantes del libro impreso (entre los cuales, vicioso, me incluyo), sean tan apocalípticos y no reciban la mudanza de guión en la industria editorial como una seña en el camino de que no solo la literatura está cambiando, sino que todo el complejo comunicacional de nuestra civilización, donde está incluida la escritura, la lectura, la oralidad, el dibujo y la escucha, está viviendo una mudanza de distintos aspectos que no solo nos permite vaticinar que el libro impreso no morirá, sino también afirmar que el producto editorial digital es la nueva realidad de una demanda de contenidos cada vez mayor.

      No es una cuestión de nuevos editores o viejos editores, o de creadores de libros impresos y creadores de libros digitales. Es simplemente una cuestión de opciones para ofrecer un texto. Las limitaciones de cada formato son evidentes. Un libro impreso para incluir videos, fotos, animaciones y enlaces, tendría que estar lleno de códigos QR o activadores de realidad aumentada. Es una opción. Así mismo el libro digital está plagado de peligros y problemas. Asuntos como desaparecer súbitamente de la biblioteca del dispositivo o la facilidad con que puede dañarse una tableta o un celular, lo hacen un formato accesible pero que no garantiza su perdurabilidad. Es uno de los tantos rostros que tiene el asunto.

   En una cultura autodidacta como la actual, donde muchas personas aprenden por Internet técnicas y destrezas que antes solo se aprendían en cursos y en la universidad, es habitual ver personas que hacen libros y conocen la interacción con lo digital. La tecnología está al alcance de nuestras manos y debemos aprovecharla. Conocer las múltiples opciones que tenemos para editar, publicar y hacer marketing de un libro nos hace mejores editores, más múltiples y preparados para afrontar retos que exijan tener conocimientos en lo digital.

EL HOLOCAUSTO DIGITAL 

   Muchas personas llegaron a pensar (o todavía piensan) que los libros impresos van a ser eliminados de la vida cultural de los humanos. Miremos unos puntos al respecto para contradecir esta idea de holocausto digital. 

   1. Los libros sobrevivirán porque son más viejos que las personas que los condenan. Por más que un hipster con pecho de profeta y alas de pixeles quiera clavarle una estaca en el corazón al libro impreso, siempre encontrará un romántico anacrónico dispuesto a imprimir palabras y encuadernarlas. No tiene sentido que se enfrenten, ¡únanse!

   2. Los libros electrónicos están en evolución. Todavía la industria editorial da bandazos que unos días alegran a Amazon y otros a Mondadori. El negocio está clarísimo pero la industria está con los pantalones abajo. Es el momento de la innovación y las nuevas ideas.

   3. El editor independiente no puede darse el lujo de rechazar algún formato, todos son eslabones en su estrategia de marketing.

   4. Si los libros y la industria cambia, es absurdo que se aísle a un editor por solo saber hacer libros digitales o solo saber hacer impresos. Muchos editores actuales, sí, es cierto, saben más de mercados que de autores, pero hay que entender que esto es una economía que mueve el conocimiento y exige que hayan negocios, lo que a su vez exige que hayan empresarios y los únicos deschavetados, desocupados y sensibleros que hacen libros son los editores, ya sean profesores de matemáticas obsesionados con la educación o poetas amarillentos con olor a naftalina. Un empresario aprende lo que tenga que aprender para mejorar su producto y vender más, sea leer mejor o contar sin usar los dedos. Sea imprimir libros o hacerlos para una pantalla.

   5. El libro impreso es un símbolo de la humanidad. Para nosotros, fríos y poéticos obreros de las letra y los textos, el libro nos parece ya un simple contenedor con exquisitas cualidades físicas. Pero para la mayoría de los humanos todavía es un símbolo de sabiduría. Tendrán que pasar muchísimos años para que esa idea cambie y se relacione más la idea de sabiduría con el texto mismo y no con el formato impreso que lo contiene.

   6. Estamos en una época donde la sensibilidad de la humanidad parece estar calibrándose. Nos volvemos más sensibles con la naturaleza y el planeta, nos preocupamos porque los derechos humanos se cumplan y sean respetados, y entendemos que la educación en ciencia y arte produce inteligencias nobles que mejoran nuestra sociedad día a día. Y en ese sentido sale ganando el libro impreso, pues su diferencia radical con un libro digital es que lo percibimos como un cumulo de sensibilidades. Tocamos sus páginas, olemos la tinta y el papel, doblamos las portadas y las esquinas de las páginas, nos gusta rayarlo, regarle un café encima, mojarlo en la lluvia, gotearlo con sangre, escupirlo, besarlo, ponerlo como adorno. Cosas que simplemente no puedes hacer con un libro electrónico.

   7. El libro impreso todavía en muchas culturas tiene un simbolismo sagrado. La Torá, el Corán, la Biblia, hacen del libro impreso un representante de los dioses entre los hombres. Muchos todavía piensan que en un libro pueden estar guardadas las palabras de un dios. Yo respeto pero discrepo al respecto. Creo que cuando leemos construimos un mundo como unos dioses, no al contrario.

   8. Para hacer ferias del libro, bienales editoriales y grandes eventos alrededor de la lectura, se necesita mostrarle algo a la gente. Puede haber de todo, pero tiene que predominar el texto. El impreso es un producto, punto, así como el digital es otro y el artesanal otro más. El libro impreso llena los entrepaños de los locales, se arruma sobre una mesa, se apila bajo los letreros de descuento; es el combustible de estos eventos y lo será por un buen tiempo.

   9. Es una falacia decir que el libro impreso desaparecerá. Puede que hasta llegue una era en la que no se impriman más libros, es verdad, una era de una cultura digital total. No tiene nada de malo. Pero de llegar a este punto, con certeza también podremos imprimir un libro tan fácil como quemar un DVD. Muchos lo utilizarán para múltiples fines.

 

Escrito por El Olonés

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