Papa abrió la puerta de mi cuarto, me dijo Hija, te esperamos para comer, y salió. Arreglé mi cama y después bajé las escaleras. Descendía y tiraba mis ropas sobre los escalones. Cuando llegué a la sala ya estaba desnuda. Mi numerosa familia se acomodaba en una mesa grande—bordados y mucha plata. Saludé a todos y seguí hasta la cocina.
La cocinera y su ayudante sonrieron, me saludaron y me dejaron sobre el balcón del lavaplatos. La olla grande, llena de agua hirviente, me esperaba. La cocinera dijo que obedecería mi deseo de ser cocinada en aceite, albahaca, limón y un poco de sal. El olor de la comida llenó la sala cuando las criadas me colocaron entera, con una manzana en la boca y cubierta de especias, sobre la mesa. Los cubiertos se explayaron. Al probarme, algunos reclamaron por el sabor simple. Otros, por la albahaca o el sabor cítrico. Contrariada, mi familia empujó los platos hacia el centro de la mesa y no consiguió comer. Antes de la digestión, la venganza.
Por Cristhiano Aguiar
Graduado en Letras y maestro en Teoría Literaria por la Universidad Federal de Pernambuco, publicó artesanalmente en 2006 su primeiro y único libro, la antología de cuentos Ao lado do muro. En el 2007, ganó el Premio Osman Lins de cuento. Trabajó también en el Festival Recifense de Literatura y en la antología Tempo bom (Ed. Iluminuras). Publicó textos en revistas y antologías. Editó las revistas artesanales Eita! e Crispim. En 2012 participó del especial de la revista Granta sobre nuevos autores brasileños.
Traducción: Chano Castaño