
Buscando no el silencio
Durante noches miré la carta astral de los amores
Nebulosa adivinanza fueron la palabra y el agua del astromántico
Me dijo que No
Que sí
Y me indicó un baile en la noche en aquella disco de luces
Fui a explorar, entregada a lo nefasto
Divagué entre siete dimensiones de la barra y dos mojitos con ron blanco
Alguien intentó filtrear pero le dije lo del astromántico
Que sí
Que no
Y otro puso una canción de los Rolling Stones
No recuerdo si era viejo o nuevo, pero eran ellos y su catedral satánica
Después otro me invitó un tercer mojito
Pero le dije que la noche me tenía otro destino, algo diferente
Que me lo había dicho una carta astral
Y el tipo me ofreció una manzana y se quedó allí plantado a la deriva
Igual que perdido que todos y que yo, igual de triste y violento
Su silencio fue una serena incomodidad, resistible pero idiota
Lo suficientemente calma para ser llevadera
Y luego de no soportar su presencia y de evaluar mi pereza
Luego de darme cuenta (de nuevo) que no me gusta el silencio
Hablé
Dije preguntas y admití que opinara
Tuve calma aunque lo que acontece no es lo que quiero
Odio el silencio
Odio su forma de esculcar el dolor y la muerte
Odio su lento sedante para llevarme a la calma
Odio su estridente ausencia que se va hasta el infinito
Prefiero hacerme la que escucho a este y a otros
Y no volver a mirar dentro de mi lo que no conozco
Sí, es mejor
Pararme frente a muchos para que me hagan sombra.
Bici Diario
Cuando me subo a la cicla al principio me arrepiento
La pereza va diluyéndose, dura lo que demore en tomar velocidad
Luego viene el aire en tu cara y esa poesía repetida que no diré
Pero también el taxi peligroso, la buseta loca, el atravesado anciano
Todos llegan puntuales
Lupanar de cumplidos peligros
Punto rojo donde la muerte titubea y se toma un tinto
Las calles, unas rotas, otras ladronas, otras lindas (de otro país)
La gente pasa rápido, no solo uno va rápido, ellos no paran también
No paran
Están, como el pasado y el futuro, todos al tiempo en el presente
Caminando alrededor de la cicla mientras ella vuela como un pájaro
Llegar al trabajo o a donde sea con sudor, es atlético y arcaico
Pero luego irse en la noche y verlos atiborrarse en sus buses, trae paz
Hay algo en la cicla que te hace feliz y te coloca en una frecuencia especial
Como si todos los que andaran en ese instante en bici fueran el mismo
Que todos fueran un solo átomo pedaleando sin parar
Lleno de dolor y de saliva seca
De sed y ganas de llegar al otro lado del río
Además como dice un poema, en la noche “el dolor es dulce”
El azúcar viene con relámpagos de estrellas que flotan entre los ojos
Que rebotan entre las almas que se cruzan y sin decirse nada, ya se tocan
Se acercan
Pero siguen pedaleando en su ruta continua, sin fin
Y si están alucinando en el cielo de luna llena ven al perro Falcor
Y si están borrachos pueden irse al piso y pensar en comprar carro
Y si están dando un rolis, una volta, un paseo de respiros largos
Entonces es mejor que hagas lo mismo que hago siempre yo
Que no me las sé todas pero las que aprendí nunca las olvidé
Es mejor que respires sin pensar, que te tragues el prana del ambiente
Lo que vale la pena entre las ciudades que parecen chatarra
Entre la basura que parece un dulce
Entre el reciclaje que parece un chantaje
Entre todos esos y tu y los otros, hay más prana y más danza y más poemas
Alcánzalos a todos pedaleando hasta el final de tus relojes
Alzando la cabeza al cielo y mirando el rumbo que no tiene dueño
Un camino de pájaros silvestres que juegan a escapar del mundo
Que aspiran desde la tierra a volar como si el suelo no existiera
Como si fuéramos plumas que se aferran a la sangre de las nubes
Del asfalto de la piel
Aturdidos entre la velocidad de nuestro llanto cínico
Cansados después de un viaje largo y pensativo
Todo eso pasa cuando me bajo de la bici (osea cuando me subo)
Y al llegar a mi casa y ver las sillas me dan ganas de fumar en la terraza
Parar y que nadie me hable
Mirando la ciudad de nuevo con las nalgas férreas y orgullosas
Aspirando desde el octavo piso el humo frío de la transpiración urbana
Pensando en que me siento sola pero se me quitará con música
Ya todo se me quitará viajando en mi bici
Pensando en que la vida es corta
Y los caminos insondables.
A la ciudad
Ciudad Salpicón, mermelada, algodón y pieles
Nuestro verbo son los nervios, nuestra frecuencia rítmica el placer
Miles de almas que van a la moda y en piltrafas se cruzan la mirada
Cambian cosas por cosas, palabras por besos, almas por papeles
Se aconsejan sobre los modales, sobre la actualidad, sobre los dioses
Y en Ciudad Salpicón viven felices y tristes y solas todas las almas
En los parques a veces los reúne la música o los perros
En los bares la cosa siempre es diferente
Ciudad Salpicón no tiene una barra ni trago malo ni noche perdida
Los trofeos de la locura y las medallas del infinito se ganan bailando
Se ganan bebiendo
Se ganan fumándose la calavera de las estrellas
Comiéndose las llantas de los carros
Pudriéndose los ojos de tanto tenerlos rojos
Pintándose los dientes de amarillo con tantos humos
Gritando que todo es una mierda y es una putería
Que en Ciudad Salpicón no hay caminos sino paraísos artificiales
Que la misma ciudad en sí ya es un paraíso artificial de alguien
De un soñador errabundo que la lleva en su corazón y no la deja
No puede dejarla
Ciudad Salpicón es un vicio
Un largo y pasmoso vicio que te abraza y luego te dice que se va
Eso sí, antes tienes que haberte comido la mitad de sus venas
Y al menos un pellizco de su corazón ecléctico
Porque a las afueras, en las puertas que cruzas para salir
Los guardias mirarán que tengas la sangre en los labios
Prueba irrefutable de que la carnicería también fue tu cómplice
Estuviste allí y saliste salpicado
Porque aquí no se perdona a nadie ni se pide que se queden
En Ciudad Salpicón no hacen falta ingredientes para la receta
Siempre llegan y se van
Como lo barcos, los amores y los poemas
Como tu y como yo
Como esta última frase y esa última canción.
Charlotte Montenegro
Su carrera en las letras comenzó en la academia: universidades, congresos, grupos de investigación y marxistas que desarmaban cualquier pieza literaria fueron durante años el pan de cada día. En la clandestinidad escribió durante años y se mantuvo así, apenas aclamado por unos pocos fieles que como una secta la siguen a todas partes. Charlotte Montenegro dejó atrás aquella actitud de científica literaria y se transformó en lo que siempre había querido realmente: una escritora.
Así fue que Charlotte llegó al proyecto de Lectores Secretos y decidió unirse a él, con su formidable talento para pensar y crear libros y con su estilo que expresa todo un mundo propio. Charlotte es colaboradora asidua de esta casa, una crítica de estilo propio y una abanderada de la cultura literaria.