La poesía es un instrumento útil para expandir la consciencia frente al lenguaje y percibir que en versos diminutos, escritos bajo la locura o la meditación zen, pueden estar condensados los universos más variados y fascinantes. En esos versos, signos de la música que permite la vida resonar y que llevan dentro de sí el secreto arbitrario de la representación, hay un poder único y eficaz que logra reducir tan astronómicas formas a trazos verbales llenos de ritmo y asombro. La poesía es el continente de la naturaleza humana, de su historia, de sus designios y su tiempo. Sobretodo de su tiempo, pues la poesía, entre sus maneras y sus valores logrados en cada época, siempre ha descifrado al espíritu que motiva los seres, y ha entragado un fresco en el que si se mira con profundidad se podría ver lo que somos y lo que pretendemos ser. Universo, Tiempo, Poesía. Un triángulo enigmático que desprende su encanto mientras vamos viviendo y comprendiendo la vida. Un misterio atado en la oscuridad y nada que origina lo que somos.
He leído un libro en el que podemos encontrar visos de una poesía que intenta traernos lo más nítido del abismo y al mismo tiempo cantar versos al hombre y su historia, a sus momentos más relevantes como espectáculo cósmico, que son los que mezclan gloria, sangre, poder y locura. Se trata de Polvo de Imperios, un libro de poesía escrito bajo la luz de la fanqueza descarnada y la lucidez propias de un escritor como Juan David Ochoa, un autor que juega en varias bandas de la escritura con el mismo estilo y que siempre deja la sensación de haber traído infinitos mundos a colición con pocas palabras.
Lo que más me gusta del libro, sin lugar a dudas, es que si se va leyendo de corrido, llega un momento en que uno siente en los adentros del alma y de la psique el lenguaje que forma el estilo de los textos, su piel, su presencia. Cada poema es un gramo de más en una bola de sensaciones profundas, extremas y abismales que el libro va depositando en el lector con cada inmersión que hace en la vida y la naturaleza de los hombres, y en su paso por el mundo. Polvo de Imperios no es un libro para dejar en la biblioteca después de una lectura. No. Al contrario. Es una poesía para compartir con los otros, para contagiar a más lectores de su espectáculo y su música, de su ritmo y su lenguaje. Pero sobretodo para que el libro les de una sacudida a unos cuantos que necesitan saber que tipo de paraíso habitan y cual bípeda criatura viene poblándolo desde hace milenios.
En Polvo de Imperios hay dolor, brutalidad, amor, honestidad, magia, poder, sexo, sangre, frenesí, emperadores al acecho, cielos estrellados, secretos bien guardados entre los detalles del infinito, y tanta poesía que al finalizar el libro uno queda con un fantasma adentro. Una música particular y bien tecleada que nunca más abandonará la memoria.
Charlotte Montenegro
Su carrera en las letras comenzó en la academia: universidades, congresos, grupos de investigación y marxistas que desarmaban cualquier pieza literaria fueron durante años el pan de cada día. En la clandestinidad escribió durante años y se mantuvo así, apenas aclamado por unos pocos fieles que como una secta la siguen a todas partes. Charlotte Montenegro dejó atrás aquella actitud de científica literaria y se transformó en lo que siempre había querido realmente: una escritora.
Así fue que Charlotte llegó al proyecto de Lectores Secretos y decidió unirse a él, con su formidable talento para pensar y crear libros y con su estilo que expresa todo un mundo propio. Charlotte es colaboradora asidua de esta casa, una crítica de estilo propio y una abanderada de la cultura literaria.