Entrevista a Javier Moyano, ciudadano de la ausencia

   Un viandante de la explosión. Un hombre en llamas. Una fuerza de lobo, de locura, una lengua que no se derrota en los frentes del abismo. Pasajero sin soberanía, pluma de sangre y delicadeza cruel. Forastero de los rincones sin geometría, iconoclasta que deambula entre las calles de una ciudad nadie. Ese–o tal vez no–parece ser Javier Moyano, un autor que no teme escribir de forma sagrada al Apocalipsis.

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¿Quién es Javier Moyano? 

   Hijo de un carpintero y una ama de casa que pese a las necesidades económicas siempre colmaron el hogar de esperanza, fe, música, cariño y sobretodo libertad, un creyente de todo y un devoto de nada, un aprendiz de escapista. Soy hermano, nieto, amigo, esposo, traidor, un apostar con cartas abiertas, un simulacro del apocalipsis, un simio en la luna fumando, mil errores y doscientos huesos sin rumbo.


¿Cómo llega a leer y escribir poesía?

   Llegué a la poesía feo, por extraño, por pobre, por joven-viejo, por una búsqueda innecesaria de sobrevivir a un devenir del que me siento asqueado. Llegué a la poesía como excusa para escapar, por la música y el silencio, porque no aprendí a tocar un instrumento, por la imperiosa necesidad de jugar a lo perdido.


¿Tienes algunos temas u obsesiones que siempre vuelven a sus poemas?

   Me gusta pensar que la poesía es el arte de lo inútil, el ultimo rasgo de humanidad presente en el Homo-sapiens, por lo tanto trabajo sobre lo simple, sobre mis peores pesadillas que regularmente se repiten en otros con diferentes atmósferas. La urbe por supuesto es recurrente pues es mi nicho, el caos y la modernidad me inquietan, y la no siempre consiente racionalidad de ser cronista de un momento histórico.

¿Por qué el nombre del libro Ciudad Nadie?

  Ciudad Nadie nació como un espacio de ficción inspirado en la obra de Eduardo Galeano, son todas las urbes de un mundo sobrepoblado y súper solitario; puede ser Tokio, el DF o Bogotá, no importa, es el escenario más precario de la evolución de nuestra especie. Los textos que aparecen en este libro son un diario abierto de un hombre común, que en cualquier momento puede estallar.

 

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¿Cómo percibe la relación de las personas que se dicen ‘lectoras’ con los textos de poesía?

   La poesía es asunto de huraños, de bichos raros, quien la lee y sus motivaciones son asunto que no intento descifrar, el circo necesita trapecistas, domadores de leones, vendedores de dulces, mujeres barbudas, poetas y lectores. Todos pagamos el boleto de entrada y todos salimos con heridas que no se pueden curar.


¿Qué lo hace creer en la poesía y que lo hace perder la fé en la misma?

   Yo creo que el arte y por supuesto la poesía son lo único que como especie podríamos mostrar el día del Armagedón a los marcianos, jajajajaja, el resto de la historia nos muestra que somos un virus, una plaga, la peor de todas. La poesía es la más bella lucha desde lo inútil. Frente al barranco, cuando todo esté a punto de estallar, llevaré el nombre de mi madre y un verso para ver arder un mundo que descansará de nuestra presencia.

 

¿En dónde se imagina leyendo textos suyos en voz alta?

   Los recitales me parecen actos un poco soberbios y lejanos a la intimidad que creo requiere la poesía, sin embargo reconozco que en ocasiones se presentan como espacios de encuentro con gente igual de desesperada que uno y donde se pueden conseguir unos tragos gratis. Me encantaría leer en la luna, en la muralla China, en Damasco, en la Franja de Gaza, sobre la tumba de Trump y de Putin, en la cama de Charlize Theron,  en Libertad 8 de Madrid, en mi funeral, aunque me conformaría con leer en voz alta frente Keith Richards y robarle una sonrisa.


¿A quién le gustaría dedicarle un poema suyo?

   A los hijos que elegí jamás tener.

 

Poemas del libro Ciudad Nadie, pronto a ser lanzado por Lectores Secretos


Siete

“Gagarin voló al espacio, pero no vio a ningún Dios allí”

Nikita Krushchev

Quiero comer frutos prohibidos de los cinco continentes,

saciar esta hambre que tengo desde que me alimentaba por un cordón,

beber el alcohol prometido

destilado de las manos simples de los pueblos originarios.

Quiero convertir boñiga en oro

cambiarlo en el mercado negro siempre con el peor postor,

encontrar el dorado y volarlo en mil pedazos.

Quiero cogerme cada agujero del espacio sideral,

sin afán, sin tiempo.

Quiero revolcarme en mis triunfos momentáneos,

preferiblemente si les gusta el blues y no hablar después de la función.

Quiero ir lleno de ira a los templos un lunes

y llenar con mis lágrimas las pipetas sagradas;

sin embargo, nunca llego,

mis días los pasó en este colchón desde el que escribo,

lento

lerdo

lastimosamente miserable,

un imperfecto hijo de puta

viendo día y noche frente a un espejo roto mi rostro de simulacro.

 

Espejos en un charco

 

 

“Soy de aquí, de los que sobrevivieron, soy de aquí. . .

y Yo soy esa esquina chiquita bonita bendita, de los que nunca se fueron”

Alberto Martinez

 

 

En los barrios ricos no existen casas de empeño

En los barrios pobres no hay campos de golf

En los barrios ricos las esquinas no huelen a pan y plomo

En los barrios pobres las sobras nunca van a la caneca

En los barrios ricos los perros pasean gente

En los barrios pobres los perros son los dueños de la calle

En los barrios ricos las cámaras buscan gente de barrios pobres

 siempre sospechosos

En los barrios pobres los televisores muestran gentes de barrios ricos

siempre apuestos

En los barrios ricos la comida está en latas

En los barrios pobres las personas se acomodan como pueden en ranchos

En los barrios ricos son todos inocentes hasta que el dinero alcance

En los barrios pobres todos culpables de la cuna a la tumba

En los barrios ricos no hay zapatos trapecistas hijos de niños descalzos

En los barrios pobres suena fuerte la música

En los barrios ricos hay muchos espejos y pocos charcos

En los barrios pobres hay muchas rejas y muchos espantos

En los barrios ricos Dios es politeísta

En los barrios pobres Dios es egoísta  

En los barrios ricos existen muchos centros comerciales

                                   llenos de empleados de barrios pobres

En los barrios pobres hay muchas peluquerías             

                                   llenas de revistas con peinados de gentes de barrios ricos

En los barrios ricos hay salas de cirugía estética

En los barrios pobres nunca faltaran parteras y salas de velación

En los barrios ricos apuestan el futuro                                                  

                                      de las gentes pobres en la bolsa

En los barrios pobres las gentes apuestan loterías                                                                              

                                             creadas por gentes ricas

En los barrios ricos viven niños solitarios

En los barrios pobres también.

 

Proyecto de huida

 

Mañana llevaré una pistola y un libro de poesía

para cuando me hagan la limpieza facial,

bailaré un vals en algún sepelio,

venderé mis sueños por un poco de pop corn.

Tengo a Lita en mis brazos mientras ascendemos al infierno.

 

Mañana compraré un kilo de arroz para alimentar palomas de algún cementerio

y en silencio les confesaré las traiciones de mis días de andar por lo bajo,

exprimiré un limón sobre mis pupilas para borrar tus huellas,

inventaré un epitafio para el enemigo de la paz.

 

Mañana me levantaré brincando en el pie izquierdo,

seguramente llore, al saber que mi vieja ahora solo será una voz lejana,

jugare béisbol con una pelota invisible,

saludaré con cariño a la araña de mi habitación.

 

Mañana, como corre el tiempo, como el tiempo que se va,

iré a N.Y a lavar baños, lejos de este mar de miedo,

dejando atrás los deseos de buena suerte, la realidad de puño,

desacostumbrándome pasaré la página

y esperaré que lejos de casa

brille el sol.

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