El cosmos es el vientre de todo lo posible y de todo lo imposible y Fernando Corzo, un poeta bogotano que se lanza a la nada y a las palabras como un astronauta del sosiego, lo sabe. Este tríptico sin titulo lo dejará viajar hacia el desconocido mundo de la astronomía poética, una ciencia donde se mezcla la estelar embriaguez y la mirada al cielo.
El lazo que nos une a todos está compuesto
por unas cuantas líneas significativas
pronunciadas por un demiurgo.
El germen del universo
tuvo la voluntad de destruirse.
Su explosión sonora está cifrada en una letra.
Con movimientos curvilíneos
creó el tiempo y el espacio;
el estanque en el que nos podemos mover
como peces en el agua.
Todos los signos del universo
–las notas de Bach
las huellas impresas en el barro
como en escritura cuneiforme
la libélula que anuncia el verano
las estrellas que conforman el zodiaco–
no son más que el eco del germen primordial.
***
Las palabras tienen memoria:
se prolongan misteriosamente
en la sutil alma de las cosas.
Las palabras tienen sus cauces:
se precipitan como un elemento químico
aplicado a un cuerpo biológico.
La palabra droga
es medicina y es veneno,
es conjuro para el olvido
y conjuro para perdonar.
A veces fecunda
A veces se liga con la sangre vertida.
La palabra nunca es inocente.
***
Si el canto de los pájaros
ha perdido su sentido
en la tempestad,
y los colores han emprendido la fuga
tras la colisión,
es indispensable hacer saltar las tinieblas y las ilusiones
para ver
una vez más
el pentagrama general de los fonemas.
Fernando Corzo